UN NADADOR EN UN MAR DIMINUTO

 




Escrito por Gabriel Insausti


Fue hace poco más de veinte años. Hubo un problema en el embarazo de mi mujer (nuestro segundo hijo) y acudimos al hospital a toda prisa.  Los médicos hicieron una ecografía: se veía a la criatura, mi hija, flotando en el líquido amniótico, agitando brazos y piernas como un nadador en un mar diminuto y exclusivo. Mi mujer se quedó ingresada para ver cómo evolucionaba y yo, tras acompañarla unas horas, me volví a casa a cuidar del mayor. 

Llegué casi a medianoche, preparé alguna cosa para cenar y me senté solo ante el televisor. En el telediario de las doce mostraban a una ballena que había quedado atrapada en el otoño del polo Norte: los hielos se habían ido cerrando sin que ella se diese mucha prisa por bajar al sur y ahora estaba cercada por esa barrera infranqueable. Giraba y giraba sin cesar en su agujero, para evitar que se helase del todo el agua y la aprisionase en su quietud definitiva, como en un mar diminuto y exclusivo.

Las dos imágenes se me solaparon y nació este poema, que forma parte de Línea de nieve (Pre-Textos, 2016).


NOTICIARIO


Para Soren Peñalver



He visto en las noticias de las doce

una ballena azul.

La rodeaba el hielo

que el otoño polar ha ido juntando

en un puzzle que niega toda imagen.


He estudiado sus ojos ateridos,

su lomo que rozaba las paredes 

en ese último agujero,

el espasmo ondulante de su cola 

dando vueltas y vueltas y más vueltas

para que no se helara el agua:

        igual que un niño

que nadase en el líquido secreto

de un mundo que lo ignora todavía,

ha hecho de su vida un solo acto.


Después he ido a acostarme y he pensado

en esa crónica glacial.

     Toda la noche

he estado dando vueltas y más vueltas

por miedo de dormirme sin ver claro

si soy ese animal, si no lo somos todos.